“Rasgar el corazón”
Es la interpelación de la Palabra de Dios
para este tiempo cuaresmal,
en el cual somos convocadas/os
a la conversión del corazón.
Rasgar el corazón,
significa romper las cadenas,
romper la prisión,
los vínculos que nos prenden al mal,
que nos seducen e inducen a un camino fácil,
ilusorio, pasajero.
Rasgar el corazón,
constituye la búsqueda de lo que no pasa;
buscar en el tesoro interior,
reavivar el amor puro y verdadero
y avanzar para ser íntegro, entero.
Rasgar el corazón y no solamente los vestidos,
es liberarse de las apariencias,
de las exterioridades,
para sumergirse en las profundidades del alma,
de donde brota el diálogo sincero,
respetuoso y acogedor,
que nace del compromiso amoroso e inter-religioso.
Rasgar el corazón para acoger, dar valor y apreciar
las diferencias y diversidades
que enriquecen y enaltecen el ser humano,
de cualquier edad y lo liberta de la vanidad.
Rasgar el corazón para recibir las cenizas,
que nos recuerdan que somos polvo, polvareda,
ninguna persona es totalmente entera, completa, acabada.
Todos somos barro con soplo vital divino.
Estamos siempre en camino,
en constante modelación y transformación,
en las manos del Creador,
Dios Uno y Trino, Padre Madre, compasivo y misericordioso.