Mientras viajamos por la vida, enfrentamos el miedo a lo desconocido, las dudas, las vacilaciones, las ansiedades, e inseguridades. La vida es un misterio que se desarrolla, a veces una búsqueda dolorosa y a veces un descubrimiento maravilloso. Cuando nuestros corazones están inquietos porque son corazones de peregrinos cuyo hogar no está aquí…
Cuando nuestros pasos se cansan, cuando tropezamos en el camino, cuando el desánimo y la duda, tan fácilmente se adelantan a saludarnos…
Siempre estamos aprendiendo qué dejar atrás y qué llevar con nosotros mientras nos movemos a lo largo del camino de la vida. Mientras luchamos por tomar buenas decisiones…
Te encontramos, Dios, continuamente en el constante salir y venir a casa. A veces permitimos que la vida esté tan ocupada mientras viajamos, que extrañamos tu presencia. Cuando necesitamos reducir nuestro ritmo frenético…
La expectativa, la anticipación y el coraje se levantan en nuestro ser cuando estamos abiertos a tus Caminos, Dios del desierto. Mientras buscamos razones para tener esperanza…
En nuestro viaje, necesitamos una fuerte convicción sobre la belleza y la bondad de la vida, una visión de esperanza que aguante el dolor y la lucha, y un hilo de amor que vaya tejiendo todos nuestros sueños. Cuando tratamos de aferrarnos a lo que le da sentido y propósito a nuestra vida…
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