Desde una Espiritualidad del Cuidado,'Proteger' es parte de la Mision Global

Autor: Lidia Nieves Rojas, SSpS
Tema: Espiritualidad del Cuidado
Idioma: Inglés, Español
Editorial: VivatDeus.org
Año: 2023

Sentirse “cuidado-escuchado-amado” es la base de la construcción de la persona y, por lo tanto, el trípode que nos capacita para resucitar todo tipo de sufrimiento y vulnerabilidad.

Sí, estamos llamados/as a cuidar la vida desde nuestras actitudes, en ocasiones tan farisaicas como las de Pedro en el Cenáculo. En vigilancia constante, debemos cuidarnos de actitudes abusadoras, porque hemos de cuidar a quienes sienten más vulnerabilidad debido al abandono físico o emocional, a la ausencia de apoyo o la falta de escucha… Estar alerta, hacer prevención y construir sabiduría, además de buenos consejos, son “desafíos” ineludibles para edificar un “estilo de vida evangélico.

Quienes sufren no entienden la palabra “sinodalidad” pero sienten al hermano que camina junto a ellos. Quizá no entienden la palabra “fraternidad” pero se levantan unos a otros en cada tropiezo. Tal vez no entienden el significado de la palabra griega “evangelio” pero fortalecen la esperanza con la solidaridad efectiva y humanizadora. Quienes son “víctimas” no necesitan palabras de compasión, resignación, asistencialismo, espiritualismos evasivos o moralizantes, sino un corazón que escucha, acciones que reparen, justicia que sancione, solidaridad continua que acompañe.

Hay muchas personas que no tienen la oportunidad de opinar, decir lo que piensan, sienten, sufren, buscan, pero gritan en silencio, porque los sonidos dan paso a los sueños. En ocasiones, la misma víctima, no puede escuchar la voz de su dolor, porque tiene que mantenerse con el analgésico de la sobrevivencia. El grito del silencio lo escucha Jesucristo en cada Getsemaní de nuestras lágrimas, angustia, impotencia y en la plena conciencia de la fuerza del amor. No callarán los silencios de las niñas y niños que manifiestan trastornos, fobias, miedos, delirios y transgresiones.

Es hora de escuchar y hablar.
Es hora de transparentar y acoger.
Es hora de abrazar y reparar.
Es hora de hacer lo que debemos hacer, hacer el bien, hacerlo bien y hacerlo con bondad …
Es hora de que griten las piedras y el silencio….

… Cuidamos de nuestros bienes e intereses, pero. ¿Cómo cuidamos de nosotros mismos y de los demás?

Y seríamos ingenuos, cómplices o -quizá- abusadores si no reconocemos nuestra participación en este sistema de poder y prepotencia que invade la dignidad, identidad y desarrollo de las personas y de los pueblos. Tenemos la misión evangélica de cuidar a los débiles, frente “a los que abusan de su autoridad” religiosa, económica, política, jurídica, académica, laboral, emocional, familiar, profesional o de cualquier tipo. Estamos llamados a pasar del dominio al servicio, del sometimiento a la donación, de la agresividad a la fraternidad, de la manipulación a la amistad liberadora, del abuso al cuidado. El servicio no solo son acciones que benefician a los demás, sino la actitud de quien dignifica a los otros y se entrega a la fraternidad, la justicia y la solidaridad… por encima de las reivindicaciones, retaliaciones o resentimientos frecuentes. El servicio nos iguala a los otros, especialmente a los que más necesitan sentirse personas y no cosas instrumentalizadas por los poderosos para conseguir más poder, placer, dinero o prestigio.

Sin duda, muchos hemos sufrido alguna experiencia de “tipo A”: Abandono, Abuso, Agresión, Amargura… y nos ha costado disfrutar de la “vitamina C”: Cuidado, Cariño, Comprensión, Compasión… Y quizá hemos tenido que lamernos las heridas en la soledad y la descalificación, sin el significativo abrazo protector del otro y de Jesucristo, tal vez ocupado en sus urgencias salvadoras y sin tiempo o energía para cuidarme-protegerme-consolarme del duelo que lloramos en lo más profundo. La vitamina C del Crucificado que comparte nuestras cruces; del Cristo que acompaña nuestros duelos y del Consolador que vivifica, con su espíritu, nuestras lamentaciones.

El cuidado integral de nosotros mismos, de nuestros contextos afectivos, de la casa común no puede dejar de lado el cuidado de los más vulnerables y marginados. Es cuestión de sobrevivencia personal-cósmica, y es cuestión de identidad humano-cristiana. El descuido en nuestra salud y la de los demás (por ejemplo, en la pandemia, con las medidas de higiene o la vacunación…), el descuido del mundo que nos hospeda (con inundaciones, calentamiento, contaminación, acuerdos ecocidas…), y el descuido de nuestras utopías para vivir arrastrados por el polvo del realismo resignado, son elementos de reflexión y reacción, en todas las dimensiones.

… ¿Hasta dónde confundimos el descuido con el desapropio, o el cuidado con narcisismo?

Si la espiritualidad nace del encuentro y se convierte en un estilo de vida, es claro que hemos de hacer que el autocuidado, el cuidado de los hermanos y de los más pequeños, se convierta en una ‘vacuna’ contra el virus del poder. En un mundo marcado por el narcisismo, necesitamos un autocuidado que garantice nuestra salud integral, y el amor es el mejor antídoto ante los momentos malos que la vida nos coloca.

Todos, en algún momento de la vida, hemos tenido necesidad de personas ‘vitamina’ quienes nos han brindado el apoyo, el cuidado por más pequeño que haya sido el gesto. Tener a una persona vitaminada, alguien que te apoye, que te brinde confianza, que te escucha, que no te juzga y que te entiende, el amor nos transforma en alguien valiente, el amor te ayuda asumir riesgos que jamás te hubiera ocurrido. Cuando se tiene ese amor de amistad se tiene mejor salud física y psicológica.

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Lidia Nieves Rojas, SSpS

La Hna Lidia Nieves Rojas, de nacionalidad argentina. La Hna lleva 31 años de vida religiosa como miembro de la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo. Desde su profesión como Psicóloga, actualmente se desempeña como profesional integrando el “Espacio de Apoyo y Orientación Educativa” en el Instituto Superior Espíritu Santo, en Leandro N Alem, Misiones. Además, trabaja como docente del nivel terciario en el mismo Instituto. Desde su profesión busca el empoderamiento socioemocional, tanto en el área educativa, como particular (freelance), siendo su pasión ayudar a las personas a autogestionar sus fortalezas desde la fe en Dios que es ternura y misericordia.

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