Hablar de Ecología Integral es reconocer que todo está interconectado. Vivimos en un Kairos con sueños y esperanzas con una Iglesia en salida. Pero vivimos también en un tiempo de crisis y conflictos, donde la vida está amenazada en la Amazonía.

Los pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades tradicionales son explotados por el sistema capitalista que roba las riquezas de sus territorios. Están matando los sueños del BIEN VIVIR. En Tupi guaraní hablamos de «Ñande Rekoha» (la madre-tierra). El grito que viene del bosque es: «queremos vivir».

Según estudios científicos, el medio ambiente sufre cinco grandes acciones de explotación ilegal de grandes empresas con el apoyo del Gobierno brasileño: 1. minería ilegal; 2. Destrucción de bosques y tala ilegal; 3. actividades agroindustriales con uso de plaguicidas; 4. explotación abusiva de las plantas medicinales; 5. Omisión del Gobierno de supervisión y seguridad social de los pueblos;

El Sínodo de la Amazonía afirma que «la Iglesia se compromete a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida de las comunidades indígenas, los proyectos que afectan al medio ambiente, la falta de demarcación de sus territorios, así como el modelo económico de desarrollo depredador y ecocida» (n.46).

La ecología integral no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio, es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región (n.67). Urge una conversión ecológica, para así evitar el pecado ecológico (n.82).

«Una de las páginas más gloriosas de la Amazonía han escrito los mártires… Este Sínodo reconoce con admiración a quienes luchan, con gran riesgo de sus propias vidas, para defender la existencia de este territorio» (n.16).

Frente a tanta violencia y ahora con las muertes por causa de la pandemia y la evidente omisión por parte de los gobiernos, nosotros como Verbitas tenemos que:

1. Orar y unirnos en la lucha en defensa de la vida de los pueblos y sus territorios;
2. Practicar la solidaridad y la caridad con los pobres donde trabajamos como misioneros;
3. Implementar iniciativas concretas de reciclaje y adoptar un estilo de vida saludable;
4. Hacer un esfuerzo para consumir alimentos ecológicos y orgánicos;
5. No comprar productos de empresas que no respectan el medio ambiente;
6. Apoyar iniciativas de cooperativas de producción orgánica, valorando la agroecología y la homeopatía.

Invito a todos a participar y a fortalecer la JUPIC local y la Red Vivat Internacional, junto con otras entidades y movimientos sociales en la Casa Común Para El Bien Vivir.