En los escritos de Arnold Janssen y las cofundadoras de las Siervas del Espíritu Santo, encontramos con frecuencia la expresión “el buen espíritu”. Es el espíritu “religioso” o el espíritu de la vida religiosa. El énfasis principal está en el amor fraterno / fraterno y en la búsqueda de seguir la voluntad de Dios. Sin embargo, también incluye la fidelidad, la práctica de la virtud, la observancia de los votos, todo lo cual solo se puede lograr a través de la oración constante. Es el espíritu de luchar por la perfección de la vida cristiana dentro de una comunidad religiosa. Nuestra generación fundadora creció con una cosmovisión estática y ordenada jerárquicamente, pero tuvieron que responder a las necesidades evangélicas del mundo. Las cartas de nuestra generación fundadora nos permiten ver su sentido de responsabilidad hacia sus miembros a quienes deseaban sobre todo ayudar en un sentido espiritual; lo hicieron haciendo hincapié en las Constituciones o advirtiendo contra los peligros para su fe y su fidelidad a la Iglesia y mostrando su profunda preocupación por el bienestar personal de cada individuo.