Fiesta de la Sagrada Familia - Recuerdo de la Familia de San José Freinademetz

Autor: Michael Ertl, SVD
Tema: Vida de santos
Idioma: Inglés, Español
Editorial: VivatDeus.org
Año: 2023

La fiesta de la Sagrada Familia llama nuestra atención sobre los padres de Jesús, María y José, y sobre su infancia, que pasó con ellos en Nazaret. Aunque no podamos decir mucho de este periodo de su vida desde una perspectiva histórica, podemos suponer que fue importante para su vida posterior. Esto se aplica a la vida de todos nosotros y, por tanto, también a la vida de San José Freinademetz. En la primera biografía, que Mons. Augustin Henninghaus publicó en China en 1920 a petición del Generalato de la Congregación, la introducción dice:

“Así como las uvas maduras muestran la calidad del suelo y de la vid de la que provienen, así el lugar de origen y la familia de cada uno suelen dejar sus rasgos muy particulares en el carácter de una persona. En ellos está arraigado y de ellos se desarrolla su vida. Su conocimiento es a menudo la clave para comprender su personalidad”.

El conocimiento que tenía el obispo Henninghaus sobre la familia y la infancia de nuestro santo se limitaba a comentarios ocasionales y conversaciones personales entre él y José Freinademetz. Pasaron más de veinte años juntos en China. Las biografías posteriores, sobre todo la extensa biografía de Fritz Bornemann de 1976, tenían ya mucha más información a la que recurrir. Esto se debió principalmente a una sobrina del santo, Anna Maria Campidell, que recopiló minuciosamente durante el proceso de beatificación las memorias de quienes conocieron personalmente a José Freinademetz.

De las declaraciones de su hermana menor Josefa destaca una frase que expresa de manera sucinta lo que caracterizó a José Freinademetz durante el resto de su vida: “Nuestros padres nos educaron con rigor y bondad desde pequeños”. Si bien su rigor se dirigía ante todo a sí mismo, todos los que conocía podían experimentar su amabilidad. Tanto en casa como capellán en San Martín y más tarde en China.

Por las numerosas cartas del santo a su familia, sabemos de sus estrechos vínculos con su tierra natal. Aunque en ellos escribía principalmente sobre su propia vida, quería ser parte de todo lo que pasaba en casa. Si durante mucho tiempo no recibía correo de alguno de sus hermanos, preguntaba si ya se habían olvidado de su hermano en la lejana China. Si le contaban algún acontecimiento triste en la familia, encontraba palabras de consuelo. Pidió repetidamente oraciones y les aseguró que oraría por todos sus seres queridos en casa. Escribió a su hermano Antonio en septiembre de 1896:

“No hay tiempo suficiente para una carta larga, pero debo hacerte saber brevemente que recibí tu carta con gran alegría, como si me escribieras por primera vez en tu vida. Escríbeme de vez en cuando, porque estoy muy feliz por ello; aunque separados por mares de miles de horas, seguimos siendo hermanos y como verdaderos hermanos esperamos poder amarnos cuando regresemos a la Casa Paterna del paraíso, donde ya nos esperan padre y madre, hermanos y hermanas. Lágrimas vienen a mis ojos cuando pienso en este hermoso día.”

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