“Ante la luz del Verbo y el Espíritu de gracia desaparezcan las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad y viva el Corazón de Jesús en los corazones de toda la humanidad. Amén!” – así rezamos en nuestra „oración programática” que nos dejó San Arnoldo. Es una oración muy corta y puede sorprendernos el rol que se le adjudica, pues el nombre „programática” sugiere que esta oración refleja nuestra identidad y los objetivos de nuestra existencia.

Sin embargo, no debemos engañarnos por su brevedad. En esta oración está reflejado el camino espiritual de nuestro Fundador. La oración refleja su etapa temprana, cuando estuvo involucrado en el Apostolado de la oración, la etapa fundacional de la Sociedad del Verbo Divino y la etapa posterior de su camino, cuando se dirigió más hacia el Espíritu Santo. La oración expresa el deseo de la acción misericordiosa del Dios Uno y Trino en el mundo (Missio Dei) para la que se requiere la ayuda misionera de los creyentes. No sorprende por lo tanto que cuando un gran conocedor de la espiritualidad del Padre Arnoldo, el P. Albert Rohner (1899-1992), escribió un comentario sobre el surgimiento y el contenido de esta oración, el texto tiene alrededor de 20 páginas y resulta difícil decir que sea un análisis exhaustivo (el artículo está disponible en nuestra página. Ver: „Coram lumine Verbi…”, oración programática de la SVD, en: Arnoldo Janssen ayer y hoy. Personalidad, carisma, herencia, p. 248-269 (https://drive.google.com/file/d/197RcQfxJLCpuknNfgbRW0UNT8ArtOBDC/view ).

En mi breve artículo quiero centrarme en una sola expresión: „El Espíritu de gracia”. No es una expresión usual. Habitualmente, hablamos del Espíritu Santo. Por eso, a veces incluso hubo intentos de traducir este término como „la gracia del Espíritu” o incluso como „El Espíritu de misericordia”. Según el P. Rohner, la expresión „Espíritu de gracia” no es fruto de una reflexión teológica o espiritual, sino que viene de la Biblia. Efectivamente, en el libro del profeta Zacarías (12, 10) leemos: „Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí, en cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito”.

En la versión citada la palabra „espíritu” va con minúscula. Los exégetas no están concordes si en el texto original se trata del don del Espíritu Santo, o del don divino de la gracia y de la súplica.  Hay un consenso amplio, según el cual directamente o indirectamente se habla aquí del Espíritu Santo que viene en persona, o envía sus dones. San Arnoldo seguía la Vulgata, donde se opta por la versión con mayúscula. De hecho, la célebre profecía de Jesús de Jn 7, 37-39 parece referirse a la escena descrita en Za 12, 10: El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: «El que tenga sed, venga a mí; y beba el que crea en mí. Como dice la Escritura: De su seno brotarán manantiales de agua viva. Él se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él. Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado”.

Teniendo en cuenta todo lo dicho, podemos sacar algunas conclusiones para la espiritualidad de la Familia Arnoldina.

1. La efusión del Espíritu Santo desde la cruz (el contexto pascual).

Cuando miramos a los nombres de las congregaciones fundadas por San Arnoldo, entonces podemos tener una tendencia a ver nuestro „contexto teológico” en diferentes momentos: la Sociedad del Verbo Divino puede inclinarse más hacia la Navidad (la venida del Verbo al mundo) y las congregaciones femeninas (SSpS y SSpS AP) a la solemnidad de Pentecostés (la venida del Espíritu Santo). Sin embargo, parece más exacto buscar nuestro sitio teológico común en la escena de la cruz, cuando gracias a la muerte de Jesús (el Verbo Encarnado) al mundo viene el Espíritu Santo. Esta es también la clave para entender las imágenes que nos dejó San Arnoldo, ante todo la imagen del Corazón de Jesús con el Espíritu Santo. Parece que una de las mejores expresiones gráficas de este es el mosaico que se encuentra en el convento de las Hermanas SSpS AP en Nysa (Polonia). En dicha imagen contemplamos a Jesús muriendo en la cruz, con su Madre Dolorosa a su lado y al Espíritu Santo que viene en este preciso instante con sus dones.

2. El contexto eucarístico.

San Arnoldo era un gran venerador del Sagrado Corazón de Jesús y por lo tanto el momento cuando el soldado traspasó con la lanza el costado del Salvador tenía para él mucha importancia. El agua y la sangre que manaron de su Corazón eran símbolos de los sacramentos de la Iglesia, especialmente del bautismo y de la Eucaristía. Ante todo estos dos dones nuestro Fundador quería compartir con la gente evangelizada por sus hijos e hijas espirituales.

3. La cruz – fuente de la fertilidad espiritual.

Antes de la Pascua el P. Igor Kral SVD compartió este aspecto en la vida espiritual de San Arnoldo (https://vivatdeus.org/library/blog0086/ ). Pero también en nuestro servicio hoy en día estamos llamados a estar presente ante todo en las situaciones „de frontera”, junto a los desfavorecidos, pobres, perseguidos, excluidos del sistema social y económico. A esto nos llama „el Espíritu de gracia y de súplica”. En este tipo de contexto nos sentimos realmente coherentes con nuestra vocación. Estas son las tinieblas que han de ser disipadas por la luz del Verbo.

Todos sabemos que no son situaciones fáciles, pero la fe de que nos acompaña „el Espíritu de gracia” nos da la esperanza de contar con todo lo necesario para cumplir con nuestra misión allí. A la colaboración con este Espíritu nos llama también el lema del futuro Capítulo General que pone por objetivo ser „discípulos fieles y creativos en un mundo herido”. No se trata de ser geniales y muy listos con nuestra inteligencia natural, sino de ser creativos por la obediencia al Espíritu, que a través de sus inspiraciones nos trae las respuestas y los medios necesarios para realizarla.