Los visitantes de la casa natal de San José Freinademetz en Oies se preguntan a menudo por qué fue canonizado este misionero chino de Val Badia. Aparte de los milagros reconocidos para la beatificación y canonización, en el caso de José Freinademetz se puede decir que vivió su vida como hombre, cristiano y sacerdote con extraordinaria profundidad y dedicación. Hasta sus últimos días.

“Así que ahora estoy listo; ahora es el momento de subir”. Así lo dijo Josef Freinademetz, que ya padecía fiebre tifoidea, cuando llegó a la casa central de los Misioneros del Verbo Divino en Taikia el 19 de enero de 1909. Hasta el día anterior había sido responsable del examen anual en una escuela de catequistas, pero ahora sus fuerzas ya no eran suficientes. Cuando lo subieron al carro, le dijo al hermano enfermo que lo acompañaba: “Éste es mi último viaje”.

Durante meses, partes del sur de Shantung habían sido devastadas por una epidemia tifoidea, que también se cobró la vida de algunas de las primeras hermanas misioneras de Steyl. La ciudad de Yenchowfu, donde Josef Freinademetz había asumido nuevamente la dirección de la misión durante la ausencia del obispo, se vio especialmente afectada. Los enfermos estaban muy cerca de su corazón: “Cuando uno está enfermo, siente lo que le haría bien y nosotros le debemos lo mismo a los chinos. Hemos venido a servir”.

Al día siguiente, dio sus últimas instrucciones. Pedía a sus hermanos que lo perdonaran por sus errores y que lo recordaran en la misa después de su muerte. Aseguró a todos que moría con total confianza en la misericordia del Corazón divino y en la intercesión de María. Después de recibir la extremaunción, pidió que se colocaran tres cuadros encima de su cama. Una imagen del Sagrado Corazón, una imagen de un ángel de la guarda y su santo patrono, San José.

En los días siguientes, su salud se deterioró notablemente. Había que quitarle el breviario, al que se aferró hasta el final. Ni un curso de medicina china ni el médico americano de la vecina misión protestante que había sido convocado pudieron aliviar su dolor. Uno a uno, los hermanos de las misiones vecinas llegaron para despedirse de él y ser bendecidos por él.

Joseph Freinademetz murió el martes 28 de enero de 1908. El Superior general de Steyl, Arnoldo Janssen, fue informado en un telegrama: “El peor golpe que podía sufrir nuestra misión lo ha recibido hoy”. Un catequista chino confiesa: “Siento como si hubiera perdido a mi padre y a mi madre”.

En la primera biografía, que Mons. Augustin Henninghaus publicó en China en 1920 a petición del Generalato de los Misioneros del Verbo Divino, el epílogo dice: “Era el camino sencillo de una vida misionera que hemos seguido en nuestra memoria. Nada extraordinario, como algunos lectores podrían esperar, se puede encontrar en estas páginas. No escuchamos nada de milagros brillantes, nada de conversiones masivas como las que encontramos en las vidas de otros hombres apostólicos. Ni siquiera de un martirio glorioso y sangriento. Todo el carácter del hombre con el que hemos tratado aquí tiene este rasgo de simple sencillez.”

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Michael Ertl nació en Alemania en 1966. Ingresó en la Congregación del Verbo Divino en 1989. Tras formarse como asistente pastoral y profesar los votos perpetuos en San Gabriel (Viena), pasó tres años en Chile, donde trabajó en la pastoral parroquial y escolar. De vuelta a Europa, pasó 14 años en una comunidad contemplativa en Bélgica y ejerció como maestro de novicios en Berlín. De 2018 a 2022 fue director espiritual del “Centro Ad Gentes” de Nemi. En 2022 fue trasladado a ITA y desde entonces vive en la casa de San José Freinademetz en Oies.