Creemos en el Señor Resucitado, en el Señor de la Vida, en Jesús de Nazaret, carpintero sencillo, hombre de pueblo, predicador itinerante, compañero de camino.

Creemos en el Señor Resucitado, el hijo de María, quien hizo vida sus palabras del Magníficat, porque llevó la Buena Nueva a los pobres y excluidos.

Creemos en el Señor Resucitado, Señor de la comunidad, quien, para enseñar el amor de Dios, llamó a discípulos para compartir su vida.

Creemos en el Señor Resucitado, el que caminó los pueblos de Palestina, el que anduvo por las orillas del lago, el que se mezcló con la gente para mostrar con su vida que Dios no se olvida de los hombres, conoce el sufrimiento y quiere la liberación y la justicia.

Creemos en el Señor Resucitado, el que se ocupó de los que sufren, el que tuvo compasión de los enfermos, el que se acercó a los marginados, para enseñamos que el Dios de la Vida nace entre los pobres de este mundo.

Creemos en el Señor Resucitado, el que se animó a presentar a un Dios vivo, el que denunció los ritos vacíos y las leyes hipócritas, el que habló con palabras sencillas, para enseñamos que lo importante es vivir lo que Dios propone.

Creemos en el Señor Resucitado, el que entregó la vida, el que cargó la cruz, el que vivió el conflicto, la incomprensión y la persecución por ser fiel. El que nos enseñó que a Dios se lo conoce si se practica su voluntad.

Creemos en el Señor Resucitado, que nos llama a seguir sus pasos y hacer de nuestra vida una Pascua para los demás, un paso del Señor para todos, un signo de que la vida es siempre más fuerte que toda la muerte que nuestra sociedad engendra.

Creemos en Jesús, el que vivió, como Dios quiere que vivamos todos.

Creemos en Jesús, y queremos vivir como él. Ayúdanos a lograrlo, Padre Bueno.