Letanías de la Catolicidad

Grupo de personas con banderas de Ecuador en la Plaza de San Pedro, Roma, el Sínodo de la Amazonía
Grupo de personas con banderas de Ecuador en la Plaza de San Pedro, Roma, el Sínodo de la Amazonía

Señor, ten piedad,
Jesucristo, ten piedad,
Señor, ten piedad.

Dios Padre, que quieres que todos los hombres se salven, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, que sufriste muerte de Cruz por todas las personas, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, que atraes a los seres humanos al conocimiento de la verdad, ten piedad de nosotros.

Con los miembros de las tres Congregaciones fundadas por San Arnoldo Janssen expresamos este anhelo, “¡Viva Dios Uno y Trino en nuestros corazones y en los corazones de todas las personas”.

Con los seres humanos de todas las razas y de todas las lenguas que creen en Ti, ten piedad Señor.

Con los esquimales del extremo Norte de la tierra que te adoran desde sus chozas de hielo y con los nómades del extremo Sur que han visto tu luz, Bendecimos tu Nombre, Señor.

Con los chinos creyentes que son como levadura de toda la raza china, con los japoneses católicos, resto y fruto de una Iglesia de mártires y primicias de una nación cristiana, con los convertidos de la India, magnífica promesa para tu Iglesia, suplicamos: Que tu Reino se extienda, Señor.

Con los bautizados de África y sus pueblos que buscan la consolación de las nuevas naciones surgidas del colonialismo, oremos: Envía tu luz, Señor.

Con los Indígenas y todos los pueblos latinoamericanos, que han recibido la fe pero se sienten oprimidos por diversas estructuras y quieren profundizar y vivir la filiación divina, la comunión y participación según el plan salvífico del Padre, clamamos: Señor, que de nuestra pobreza podamos dar.

Con los pueblos de Europa que en otros tiempos fueron el foco irradiador del Evangelio para todo el orbe y hoy padecen el neopaganismo clamamos, Envía Señor tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.

Con las personas de la tecnología y del progreso que ven ahogarse sus valores espirituales por el materialismo ateo, pedimos: “Ante la luz del verbo y del Espíritu de Gracia, desaparezcan las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad y viva el Corazón de Jesús en los corazones de todos los hombres”.

Con el sufrimiento y el amor de tantos cristianos perseguidos e imposibilitados de manifestar públicamente su culto y su fe, te alabamos, Señor.

Con todos los creyentes que, dispersos por el mundo entero, forman tu Iglesia y quieren extender tu Reino, suplicamos, “Que Dios Uno y Trino sea Conocido, Amado y Glorificado por todas las personas”.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

OREMOS:
Señor, quieres que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad: mira la mies abundante y envía nuevos obreros, para que anuncien el Evangelio a toda la creación, y así Tu Pueblo, reunido por la Palabra de Dios, sostenidos por el poder de los Sacramentos, avance por el camino de la salvación y el amor. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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