Bienaventuranzas del Misionero

Bienaventurado el Misionero que vive enamorado de Cristo, que se fía de Él, como de lo más necesario y absoluto porque no quedará desilusionado.

Bienaventurado el Misionero que cada mañana dice: “Padre Nuestro”, llevando en su corazón todas las razas, pueblos y lenguas, porque no se conformará con una vida mezquina.

Bienaventurado el Misionero que mantiene su ideal y su ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas accidentales, porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo.

Bienaventurado el Misionero que se sabe necesario donde la Iglesia lo reclama, pero que en ningún lado se siente indispensable, porque experimentará el gozo del deber cumplido.

Bienaventurado  el Misionero que no tiene nada y lo que es y posee lo gasta en servicio de sus hermanos, porque Cristo será toda su riqueza.

Bienaventurado el Misionero obediente, que sabe poner su oído en el corazón de Dios para escuchar sus deseos, porque el Espíritu lo ayudará a discernir los acontecimientos.

Bienaventurado el Misionero con un corazón puro y transparente que sabe descubrir el amor y la ternura de Dios sin complicaciones, porque Dios siempre se le revelará.

Bienaventurado el Misionero que vive como peregrino y no hace su tienda en esta tierra, porque ya en esta vida gozará de la definitiva.

Bienaventurado el Misionero que reconoce y acepta sus limitaciones y debilidades y no pretende ser invencible, porque Dios se complace en los humildes.

Bienaventurado el Misionero que no se enorgullece en sus éxitos y reconoce que el Espíritu hace todo en todos, porque se verá libre de ataduras.

Bienaventurado el Misionero que vive en alegría, sencillez, esperanza y fraternidad, porque será apreciado y querido por todos lo que lo rodean.

Bienaventurado el Misionero que sabe discernir con sabiduría lo que conviene callar y hablar en cada circunstancia, porque nunca tendrá que arrepentirse de haber ofendido a un hermano.

Bienaventurado el Misionero que no puede vivir sin la oración y sin saborear las riquezas de la Palabra de Dios, porque esto dará sentido a su vida.

Bienaventurado el  Misionero que siempre tiene un tiempo para contemplar a Dios, a los hombres y al mundo, porque habrá entendido el valor de ser hijo, hermano y señor.

Bienaventurado el Misionero que “anuncia la verdad sobre Jesucristo y denuncia  las injusticias que oprimen a los hombres”, porque será llamado profeta de los signos de los tiempos.

Bienaventurado el Misionero que sabe asumir y valorar la “cultura de los pueblos”, porque habrá entendido el misterio de la Encarnación.

Bienaventurado el Misionero que tiene tiempo para hacer felices a los demás, que encuentra tiempo para los amigos, la lectura, el esparcimiento, porque ha comprendido el mandamiento del amor y se conoce humano y necesitado.

Bienaventurado el Misionero que sabe amarrarse a la Cruz y hacer de Ella un instrumento de salvación, porque Ella será su fortaleza y trampolín para la Pascua.

Bienaventurado el Misionero que viendo sus fuerzas gastadas no añora el dinamismo de su juventud, sino que sabe aceptar cada etapa de su vida, porque Dios aceptará su ofrenda y lo planificará.

Bienaventurado el misionero que tiene a María como Madre y modelo de Mujer evangelizadora, porque Ella hará que el misionero sea el primer evangelizado.

ES

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