Cada año, nosotras, las Misioneras Siervas del Espíritu Santo, abrazamos un tema que nos ayuda a reflexionar y profundizar en nuestra vida personal y comunitaria, así como en nuestra misión. En 2022, nos enfocamos en nuestra espiritualidad trinitaria con el “Año de la Danza de la Trinidad”. En 2023, el tema fue la “Pasión por la Misión Global”. En 2024, fue el “Año de la Compasión”, y ahora, en 2025, será el “Año de la Transformación”.
Iniciaremos el Año de la Transformación el 15 de enero, en la fiesta de nuestro fundador, San Arnold Janssen. Su vida es un ejemplo poderoso de transformación, ya que se dejó moldear por el amor de Dios y su entrega al Espíritu Santo. A través de este proceso, transformó su propio temperamento difícil y se convirtió en el padre de tres congregaciones religiosas.
El tema para el Año de la Transformación surge de las Direcciones Congregacionales, que fueron aprobadas en nuestro Capítulo General de 2022. En la Dirección General N° 4, se dice:
“El mundo que cambia rápidamente, la nueva tecnología y el disminuido significado de la vocación religioso-misionera exigen que cultivemos un espíritu de discernimiento como aprendices de por vida. En el proceso de formación integral, asumimos la responsabilidad de la integración y la transformación a nivel personal y comunitario.”
Para hacer realidad esta pauta, todas las misioneras SSpS de todo el mundo están invitadas a emprender un viaje de transformación personal y comunitaria. Este proceso tiene como fin ayudarnos a ser un signo de transformación en el mundo. También extendemos esta invitación a todos aquellos que forman parte de nuestra misión o que se sienten identificados con nuestra espiritualidad y carisma, alentándolos a unirse a nosotras en este proceso transformador.
La Transformación Comienza Dentro de Nosotras
Naturalmente, resistimos el cambio, especialmente cuando nos saca de nuestra zona de confort. La transformación exige que cambiemos nuestras vidas, actitudes, costumbres, estructuras y rutinas, y esto nunca es fácil. Sin embargo, vivimos en un mundo caracterizado por la transformación constante. Todo está cambiando, y cambia rápidamente. Si no nos transformamos a diario, mientras permanecemos fieles a nuestra identidad más profunda, corremos el riesgo de ser arrastradas por el torbellino del consumismo, la sobrecarga de información y la superficialidad de la sociedad moderna.
Cuando era adolescente, soñaba con cambiar el mundo. Veía tantas injusticias que necesitaban ser corregidas. Hoy sigo siendo testigo de la absurdidad de las guerras, la violencia intolerable, la destrucción de la naturaleza, el hambre que sigue matando, la explotación de los pobres y la devaluación de la vida. Todavía quiero que estas realidades sean transformadas, pero he llegado a la conclusión de que la verdadera transformación solo ocurrirá cuando abordemos la raíz de toda injusticia y maldad: el corazón humano.
¿Y dónde está el corazón de la humanidad? Está dentro de mí y dentro de ti. Está dentro de cada persona, y en todos nosotros juntos. Es este corazón el que debo transformar. De algún modo, todos estamos conectados al bien que ocurre en el mundo, pero también al mal.
Si cultivo el amor y la bondad dentro de mí, transformando la amargura, el dolor, la ira, la desesperación, la tristeza, los celos, la agresión y todas las tendencias negativas que habitan en mí, contribuyo a hacer que la humanidad sea un poco mejor.
Si soy capaz de decir no a la injusticia, cuidar la planta en mi casa y respetar y amar a las personas que me rodean, no me engaño pensando que estas acciones solas transformarán el mundo. Pero sí transforman mi mundo, y hacen una diferencia para las personas que viven conmigo.
El Desafío de la Transformación
Vivir el Año de la Transformación es un viaje exigente, tan desafiante como la metamorfosis de una oruga en mariposa. Hay momentos en la vida en que esta metáfora se vuelve dolorosamente real, y experimentamos la incomodidad de estar dentro del capullo sin entender lo que nos está sucediendo. Estos son los largos y oscuros períodos del alma que, con el tiempo, nos transforman en personas luminosas y llenas de amor por la vida.
Sin embargo, la transformación a la que estamos llamadas a vivir puede ser incluso más difícil que la de la mariposa. Su metamorfosis se lleva a cabo en un tiempo relativamente corto. Pero nosotras estamos desafiadas a transformarnos a diario, a lo largo de toda nuestra vida. Debemos navegar por la confusión y las contradicciones de nuestro tiempo presente, soportar los vertiginosos cambios de la tecnología, enfrentar las consecuencias de un mundo herido y enfermo, y aún así no olvidar que somos hijas e hijos amados de Dios, hermanas y hermanos entre nosotros y parte de la Creación de Dios.
Cada nuevo día, debemos permitir que el Espíritu Santo nos transforme en la persona que Dios soñó cuando nos creó—en la persona que estoy destinada a ser—siendo cada día más como yo misma y más como Jesús. Esta transformación continua es la que, a su vez, ayudará a transformar el mundo que nos rodea. Si nos transformamos juntos, el mundo también se transformará.
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Ana Elidia Caffer Neves, SSpS
Ana Elídia Caffer Neves, SSpS es una periodista brasileña y miembro del equipo editorial del sitio web Vivat Deus.
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