San Arnoldo Janssen concedía gran importancia a la festividad de la Navidad. Y no hay nada extraño en este hecho, si tenemos en cuenta que el nombre mismo de la congregación masculina que fundó procede del Verbo – Logos, nombre que el evangelista Juan utilizó para para llamar al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y la Navidad es el momento cuando de una manera especial recordamos la aparición salvífica del Verbo en la humanidad.
Los biógrafos de Arnold Janssen destacan el gran cuidado que él ponía en la preparación de la Navidad en la primera casa de los Misioneros del Verbo Divino en Steyl, Holanda. El primer biógrafo del Fundador, el p. H. Fischer, testigo ocular de la vida de San Arnoldo, escribe lo siguiente: ¨La figura del Niño destinada al pesebre fue colocada en el suelo de la sala sobre un lecho de paja y rodeada de una corona de velas y lámparas de colores, y luego se decían oraciones delante de él. Todo el salón y los pasillos principales de la casa debían estar iluminados solemnemente con faroles. A media noche los habitantes de la casa fueron despertados por la banda de música de los hermanos misioneros. Todos corrieron a la iglesia, desde donde, entre cantos de villancicos, se dirigieron a la sala a buscar al Niño, para conducirlo en procesión a la iglesia y colocarlo en el pesebre. El más joven de los discípulos misioneros, vestido con ropas de monaguillo, llevaba una elaborada camilla tapizada de seda. Cuando llegaron a la sala, todos se arrodillaron ante la estatua del Hijo de Dios encarnado. El Superior General Janssen, que siempre presidía personalmente esta ceremonia en la casa madre, recitó con gran emoción las oraciones que había compuesto. Las mismas comienzan con una aclamación alegre:
„¡Se han manifestado la bondad y la misericordia de nuestro Salvador Dios!”
Santo Arnoldo Janssen
Luego siguieron los saludos, la adoración y muchas otras peticiones, dirigiéndose el Fundador a las tres Divinas Personas. Luego colocaba con cuidado al Niño en una camilla y la procesión, entre cantos de villancicos, se dirigía a la iglesia, donde se colocaba al Niño en el pesebre. Cualquiera que haya visto alguna vez a este anciano sacerdote arrodillado ante el Niño Jesús tendido sobre la paja, que haya escuchado sus sentidas oraciones, haya contemplado su rostro transformado, lleno de piedad y de alegría, recordará para siempre este extraordinario espectáculo”.
Sin embargo, la figura del Niño Jesús en sí, aunque ciertamente hermosa y evocadora de tiernas emociones, no era la fuente más profunda de los sentimientos del Padre Arnoldo. Ella era simplemente un símbolo del misterio que él invocaba en los momentos de estudio de las verdades de Dios, de meditación sobre ellas y de oración. En una de sus conferencias dijo: “En la noche de Navidad alabamos a Dios por su grandeza, que se revela en su bondad. Por eso en el himno de la iglesia “Gloria a Dios en las alturas” cantamos: Te damos gracias, porque grande es tu gloria. Dios es bueno con cada una de sus criaturas. Y con las personas es excepcional y extraordinariamente bueno. Demostró esta bondad suya en el milagro del cristianismo en general, pero puso sus bases en la Encarnación. ¡Qué amor! ¡Qué amor del Espíritu Santo debió haber sido que creó la santa humanidad de Jesús de la Virgen María! ¡Qué amor del Hijo, que asumió esta humanidad! ¡Qué amor del Padre, que dio a su Hijo a la humanidad como hombre! En verdad, si pensamos qué amor se esconde en esto, entonces, junto con la Iglesia, debemos exclamar: ¡Hoy el mundo entero se ha llenado de dulzura celestial! Si el amor eterno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo se ha humillado tanto, hay que exclamar:
“El Padre celestial ha puesto en la frente de la humanidad el beso del amor y de la reconciliación”.
El significado principal del trabajo misionero debe verse en este misterio de Dios que viene a la tierra por amor y toma carne humana. Smo. Arnold repetía a menudo una cita del Evangelio de San… Juan: «La luz verdadera que viene al mundo ilumina a todo hombre» (Jn 1,9). Toda persona tiene derecho a este amor bueno e iluminado. Las misiones son un esfuerzo continuo para hacer posible el encuentro entre Dios y el hombre, sin importar en qué parte del mundo viva éste.
Por eso los Misioneros del Verbo Divino en la noche de Navidad, siguiendo el ejemplo de su Fundador, San… Arnold Janssen, ora con las siguientes palabras: “Oremos para que la luz que apareció sobre Belén penetre también en la noche de las muchas y grandes naciones que aún no conocen a Cristo, y para que el mayor número posible de personas separadas de Dios puedan, Por la gracia de Cristo, lleguemos a conocerlo y amarlo nuevamente. Amén”.
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Dariusz Pielak, SVD
Nació el 30.03.1965 en Polonia. En el 1985 entró en la Congregación del Verbo Divino. Durante el seminario hizo la experiencia de OTP en Argentina en una comunidad de vida inserta en medios populares del Gran Buenos Aires. Después de terminar el seminario trabajó en España e hizo allí licenciatura en teología bíblica. A partir del año 2003 trabaja en Rusia dando clases en el seminario y atendiendo la parroquia de santa Olga en Moscú. Se dedica también a profundizar en los temas relacionados con la história espiritual de Arnoldo Janssen.
Una respuesta
Muchas gracias por el artículo, nos anima a todos de manera especial 🙂
saludos Padre Darío
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saludos Padre Darío