Introducción

Con anticipación, el P. Arnoldo puso en práctica, entre los miembros de las congregaciones por el fundadas, el trabajo en equipo de la misión compartida. Es lo que hoy llamamos la sinodalidad. Lo encontramos en la recién comenzada casa misional de Steyl. Sus integrantes deberían comprometerse, según los dones recibidos y las aptitudes vocacionales personales, al carisma misional para las actividades misioneras.

La Virgen María, el paradigma

Para el P. Arnoldo, la Inmaculada Esposa del Espíritu Santo es el modelo por excelencia de la entrega total y servicio comprometido, para todos los miembros de las congregaciones y para los socios laicos. Ella confío plenamente en la providencia divina e hizo su entrega arriesgada para ser madre del salvador y de este modo colaboró con el inicio del reino de Dios. Hizo lo ordinario, pero de manera extraordinaria. La llena de gracia comprendía paulatina y progresivamente la voluntad de Dios. Así pues, ella debería ser nuestro prototipo para comprender los pasos de nuestra vida misionera en cada época y situación concreta, comunitaria, eclesial y hasta personal.

Arnoldo un hombre dócil

El P. Arnoldo era profesor de matemáticas. Sabemos que esta ciencia es la base del desarrollo tecnológico. De su profundo conocimiento de la lógica matemática, pero siendo como visionario y enamorado de la Palabra de Dios, Arnoldo fue pragmático. El Fundador meditaba para comprender sobre los carismas y dones narrados en la carta a los Corintios (1 Cor 12) y también de manera significativa lo que encontramos relatado en Hechos de los Apóstoles (Hch 15) que trata acerca del primer sínodo eclesial, conocido como el Concilio de Jerusalén. De ahí principalmente se inspiraría para las organizaciones congregacionales. El P. Arnoldo rezó y luego escribió las indicaciones a los sacerdotes, hermanas y hermanos de cómo vivir su vocación.

La realización del carisma Arnoldino

Vemos, sin una clasificación discriminatoria, lo que hizo San Arnoldo al dividir las actividades de cómo llevar adelante la entrega de cada miembro por la causa de la obra misional y su extensión hasta a los confines de la Tierra. Todos los cristianos hemos recibido el don del Espíritu Santo, en virtud del sacramento del bautismo. Por eso todos y cada miembro de la gran familia arnoldina estamos llamados a llevar el reino de Dios a todos, especialmente a los marginados y excluidos del establishment de la sociedad actual materialista. Es la misión global actual que es permanente (Evangelli Gaudium [EG] # 25).

Nuestra contribución en la misión compartida no es cuestión de roles sino participación plena. Porque cuando uno ocupa un rol o una función responsable, podría realizarlo sin una entrega total y quizá hasta mecánica o superficialmente, es decir, sin una entrega del corazón y todo su ser movido por el amor. Por lo tanto, para el Fundador en toda la vida misionera, debería reflejarse el aliento del amor del Espíritu Santo. Él frecuentemente citaba esta frase de su libro favorito del ascetismo Die Gabe des Pfingstfestes (El Regalo de Pentecostés). Así pues, no es la realización de un trabajo, sino un servicio de entrega total y vocacional.  Cuando este aspecto vital no esté comprendido, nuestras actividades misioneras también podrían reducirse a meros roles o funciones.

Comunidades Arnoldinas y la vivencia de Pentecostés.

El kairós del primer Pentecostés unió en armonía, gracia y convivencia eclesial (Hch 2) a diversos pueblos y culturas. En nuestra vida comunitaria, tratamos de actualizar dicha gracia pentecostal. Esto se da a través de la vida testimonial de la fraternidad y la comunión de una misión universal compartida. Es caminar juntos siendo miembros procedentes de distintas nacionalidades y culturas para dar testimonio de nuestra condición de hijos del Padre Nuestro, en primer lugar. Teniendo en cuenta que otro modo de ser Iglesia no sólo es posible, sino necesario, especialmente en la presente situación post pandémica.  Preguntémonos con humildad y apertura hacia dónde quiere llevarnos el Espíritu Santo en este momento de la Iglesia en penumbras y la humanidad avasallada por el Covid.

Llamados a dejarse guiar por el Espíritu Santo para la Iglesia sinodal

Arnoldo experimentó una transformación gradual de su actitud interior con la creciente veneración al amor del Espíritu Santo. Esta relación con el Espíritu Santo fue vital para él. Esta experiencia de Arnoldo del amor al Espíritu Santo es el eje transversal de todos sus pensamientos, que lo llevó a su entrega misionera para la mayor gloria de Dios. Si asimilamos lo que hizo el Fundador, se hará realidad gozosa en nosotros el lema de nuestras Constituciones: “Su vida (de Cristo) es nuestra vida y Su misión es nuestra misión”. Será nuestro aporte para la Iglesia en salida (EG # 20) con el espíritu sinodal para el mundo de hoy.

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Saju George Aruvelil, SVD es de la India. Es uno de los primeros OTPs que ha ido a Argentina. También allí terminó sus estudios teológicos para el sacerdocio. Luego comenzó su servicio en el área de la educación en nuestras instituciones SVD. Licenciado en Espiritualidad por la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid. También tiene un doctorado en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Argentina, Buenos Aires. También ayuda en la formación de laicos y candidatos religiosos. Da retiros y dirige talleres de espiritualidad y de liderazgo, seminarios, etc. Tiene un programa de radio y escribe en un periódico local. Actualmente es un promotor del Movimiento Laudato Si para el cuidado de la Tierra, junto con sus actividades de pastoral parroquial.