San Arnoldo y el Misterio Pascual

Autor: Dariusz Stanislaw Pielak SVD
Tema: Pascua
Idioma: Inglés, Español

El misterio pascual que se realizó a través del sufrimiento, muerte y resurrección de Jesucristo ha de realizarse en la vida de los cristianos. En este breve artículo vamos a ver un ejemplo de cómo dicho misterio se realizaba en la vida y misión de San Arnoldo.

Para San Arnoldo las dificultades y sufrimientos no contradecían al amor de Dios. Aún más, en varias ocasiones el Fundador animaba a sus hijos e hijas espirituales a que viesen en las dificultades un don de Dios capaz de traer al mundo nuevas gracias y alegrías. Por eso en sus oraciones a menudo daba gracias por las cruces que le mandaba la Providencia Divina.
San Arnoldo no adquirió esta mística pascual a través de un estudio teórico de los grandes santos y teólogos, sino a través de sus luchas diarias por el bien de su gran obra misionera. No hay que hacer estudios pormenorizados de su vida para darse cuenta de que a nuestro Fundador le podía faltar dinero, o entendimiento por parte de la gente, de las autoridades de la Iglesia, e incluso de sus colaboradores más cercanos, pero nunca le faltaron sufrimientos y dificultades.
Como ejemplo de la vivencia del misterio pascual de San Arnoldo pueden servirnos sus palabras dirigidas a un joven misionero, el padre H. Neuenhofen.

En otoño del 1893 dos jóvenes verbitas se dirigieron rumbo a Ecuador para emprender allí una misión nueva. El inicio de la misión fue muy prometedor. La primera tarea de los verbitas era ayudar en el seminario diocesano. Sin embargo, nuestros cohermanos pronto empezaron a buscar un campo de trabajo propio e independiente. El gran éxito de las misiones en China y Argentina les permitía albergar la esperanza de que Ecuador seguiría por el mismo camino. El p. Neuenhofen compartió con el p. Arnoldo sus primeras gozosas impresiones, sin embargo la respuesta del Fundador no era tan entusiasta, como se podría esperar. Sus palabras fueron las siguientes:

„Con gran gozo he tomado nota de lo que Uds. me comunicaron desde ahí, y le doy gracias a Dios por haberlos conducido tan bien hasta allá. Y, más que nada, al ver que se sienten bien y contentos de sus nuevas actividades. Claro que no podrán contar permanentemente con los placenteros rayos de sol del día ese en que me escribió la última vez. Prepárese pues, por favor, para el dolor y no vacile cuando este se asome. Todas las penas enviadas por el Señor son gracias, de las que fluyen bienes siempre mayores. Grábeselo bien. Personalmente lo he experimentado en muchas ocasiones, y a Ud. le sucederá otro tanto. Así que ¡ánimo, no más! Los dolores son siempre preludio de alegrías mayores”.

Efectivamente, la bonanza no duró mucho tiempo. Ya al año siguiente en Ecuador estalló una revolución provocada por fuerzas reacias a la Iglesia. La situación alrededor de los jóvenes misioneros se iba volviendo cada vez más peligrosa. Y aunque con el tiempo las cosas se fueron poniendo más serenas, dejaron secuelas tan fuertes en la salud del otro misionero, el p. H. Pierlo, que su debilitada salud no dio para más, y el pobre falleció.

El p. Arnoldo intentó solucionar el problema, proponiendo al p. Neuenhofen la misión en Buenos Aires. Sin embargo, él prefería irse a los Estados Unidos. Al Fundador no le quedaba otra cosa que intentar convencerlo con palabras de súplica humilde. Le escribía: “Padre, ¡confíe en mí!”. No obstante a ese joven sacerdote, que apenas superaba los 30 años, le resultaba difícil confiar, estando en una situación de crisis profunda. Escribía entonces:

“En Europa les resulta difícil entender que en el trópico, con el paso del tiempo, uno pierde mucho de su vida espiritual, si no la pierde por entero. Aquí la Navidad es sin alegría y sin fuerza, la Pascua sin esperanza, el Pentecostés sin la gracia. En una sola palabra: hay un cielo emplomado de Adviento a Adviento”.

Finalmente, en el año 1898 la situación maduró para tomar la decisión necesaria. La misión no tenía posibilidades de desarrollo. Al año siguiente el p. Neuenhofen se subió al barco y viajó a Argentina. La misión de los verbitas en Ecuador quedó cancelada hasta su reactivación en el año 1962.

Viendo el ejemplo del p. Neuenhofen, nos podemos hacer una pregunta: ¿Se cumplió la promesa del p. Arnoldo sobre las gracias y las alegrías que debían llegar después de los sufrimientos? No lo sabemos con certeza. Sabemos sólo que el p. Neuenhofen fue delegado de Argentina para el capítulo general, lo que era una muestra de confianza de parte de los cohermanos y de la congregación. Entre otras tareas y ocupaciones, despeñó también la función del rector del seminario diocesano de Salta, del que se ocupaban los Misioneros del Verbo Divino. Murió a los 76 años, lo que se puede considerar “un buen resultado”. Sin duda alguna transmitió su difícil, pero rica experiencia y su fe a los futuros sacerdotes, siendo para ellos fuente de autoridad madura y coherente. Parece entonces que el p. Arnoldo no despertó en él falsas esperanzas y el fruto del sufrimiento llegó a su debido tiempo.

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Dariusz Pielak, SVD
Dariusz Pielak, SVD

Nació el 30.03.1965 en Polonia. En el 1985 entró en la Congregación del Verbo Divino. Durante el seminario hizo la experiencia de OTP en Argentina en una comunidad de vida inserta en medios populares del Gran Buenos Aires. Después de terminar el seminario trabajó en España e hizo allí licenciatura en teología bíblica. A partir del año 2003 trabaja en Rusia dando clases en el seminario y atendiendo la parroquia de santa Olga en Moscú. Se dedica también a profundizar en los temas relacionados con la história espiritual de Arnoldo Janssen.

2 respuestas

  1. Excelente trabajo !!! Soy de Esperanza Argentina y adoro la misión de Arnoldo J y todos sus misioneros por el mundo entero.

  2. Admiro las Obras de San Arnold Janssen !!! Y pido oración por todos sus Misioneros y Misioneras en el Mundo !!!! Soy de Esperanza provincia de Santa Fe Argentina

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