Arnoldo Janssen y la Parábola del Reino

Autor: Leo Kleden, SVD
Tema: Arnoldo Janssen
Idioma: Inglés, Español
Año: 2021
Boys Climbing a Tree - Maputo, Mozambique
Boys Climbing a Tree - Maputo, Mozambique

“El Reino del Cielo se parece a una semilla de mostaza… “(Mt 13:31)
“La simplicidad de este comienzo no debería desalentarnos. El más poderoso de los árboles comienza de una sola semilla y el más fuerte de los gigantes fue una vez un débil bebé. “(Arnoldo Janssen, el día de la inauguración de la Casa de Misión en Steyl.)

Jesús contó la historia del Reino de Dios sólo en parábolas. Lo notable de las parábolas de Jesús es que son todas historias simples sobre la experiencia diaria: un sembrador que sale a sembrar semillas en el campo, un pescador que lanza una red en el mar para coger pescado, una mujer que busca la moneda perdida, un pastor que busca la oveja perdida, un padre misericordioso que espera que su hijo pródigo vuelva a casa, etcétera. ¡Cosas muy simples y ordinarias!

El final de estas parábolas, sin embargo, nos sorprende por algo extraordinario: una semilla diminuta se hace un árbol grande, las semillas en tierra buena dan una cosecha del ciento por uno, hay mayor alegría en una oveja perdida encontrada que por las noventa y nueve restantes en el rebaño, el padre misericordioso da un gran banquete para el hijo pródigo que ha vuelto a casa.

¡El Reino de Dios es… así! La capacidad de experimentar el Reino de Dios es una especie de sensibilidad para ver algo extraordinario en las cosas ordinarias. Jesús, por lo tanto, dice: ” Benditos los ojos que ven lo que ustedes ven ” (Lc 10:23). Es la capacidad para ver un bosque en la semilla diminuta que brota, o ver el secreto del cielo y del océano en una gota del rocío de la mañana.

Si Jesús contó la historia del Reino de Dios en parábolas, los primeros cristianos contaron la historia de Jesús – su vida, muerte, y resurrección – como la mejor parábola de la presencia de Dios. Él es la pequeña semilla que cayó en tierra, murió, creció, y dio una cosecha abundante; él es el pan de la vida partido y multiplicado para los hambrientos, el agua viva que fluye para los sedientos, la luz que brilla en la oscuridad. Más tarde, cuando Jesús envió a sus discípulos para seguir su misión, les envió con las manos vacías, porque quiso que siguieran el proceso de la pequeña semilla que tiene que morir para dar nueva vida. Bajo la guía del Espíritu Santo, los discípulos entendieron el secreto del Reino, tal como lo hizo San Benito en la gruta de Subiaco, San Francisco de Asís, que abandonó desnudo la casa de sus padres, Arnoldo Janssen en una casa vieja de Steyl y Madre Teresa sirviendo a los pobres y desposeídos de las calles de Calcuta.

Ahora podemos decir que la vida y la misión de Arnoldo Janssen se han hecho una parábola nueva del Reino de Dios. Recordamos las palabras que pronunció el día de la inauguración, cuando muchas personas quedaron decepcionadas al principio por la pobre Casa de Misión alemana- holandesa: “La simplicidad de este comienzo no debería desalentarnos. El más poderoso de los árboles comienza de una sola semilla y el más fuerte de los gigantes fue una vez un débil bebé. Sabemos que con nuestros recursos presentes no podemos lograr nuestra tarea, pero esperamos que el buen Dios proporcione todo lo que necesitamos. Y él puede hacer con nosotros lo que desee. Si el seminario tiene éxito, agradeceremos la gracia de Dios. Si nada sale de ello, humildemente golpearemos nuestro pecho y confesaremos que nosotros no éramos dignos de esta gracia… Entonces apelo a todos aquellos reunidos aquí: ¿Qué podemos hacer? Primero, rezar. Pidan al Señor de la cosecha. En segundo lugar, sacrificio.” Lo primero es lo primero: tenemos que rezar porque, en última instancia, el Reino es obra de Dios mismo y nosotros somos sólo pequeños instrumentos en sus manos. Pero tenemos que sacrificarnos porque nos llama para seguir a Jesús como una pequeña semilla que tiene que morir para crecer y dar fruto. En este contexto también recordamos cómo Arnoldo comenzó su proyecto misionero con las manos vacías y cómo puso su confianza total en el Señor de la cosecha y confió en sus hermanos y hermanas, quienes compartieron y apoyaron su visión.

Dedicando su primera congregación misionera al Verbo Divino, Arnoldo Janssen quiso recordarnos que “En el principio era la Palabra…El Verbo se hizo carne y vivió entre nosotros” (Jn 1:1.14). La primera actitud de un misionero, por lo tanto, debería ser una actitud contemplativa de dejar a la Palabra que se haga carne y viva entre nosotros. Recordamos un ejemplo particular de nuestro santo misionero José Freinademetz: Una vez preguntó a Arnoldo Janssen como podría prepararse mejor para su misión en China. Arnoldo le aconsejó que aprendiera de memoria el Evangelio, porque en aquella lejana tierra extranjera podrían prohibirle que llevara la Biblia y tendría que proclamar la Buena Nueva de memoria. José siguió el consejo, pero lo que él hizo fue mucho más que sólo la memorización de los textos. Dejó a la Palabra hacerse carne en su vida para que su persona fuera transformada por la Palabra y llegara a ser Buena Nueva para la gente del Sur de Shantung. Cuando Arnoldo envió a nuestros hermanos y hermanas como misioneros a otras partes del mundo, siguió poniendo en práctica la parábola del sembrador que salió a sembrar semillas en el campo. Arnoldo comprendió que habría muchos obstáculos en el camino; habría resistencia debido a la tierra rocosa y al suelo espinoso, pero al final la Palabra encontraría una tierra rica y produciría una cosecha muy abundante. Arnoldo, por lo tanto, impulsó a sus misioneros a hacer todo lo posible con el trabajo de evangelización porque “proclamar la Buena Nueva es el mayor acto de amor al prójimo”.

Desde el principio nuestras congregaciones (SVD, SSpS, SSpSAP) fueron pensadas como congregaciones internacionales. Quisieron recibir a miembros de diferentes pueblos y culturas; y nuestros misioneros debían ser enviados a todas las naciones, sobre todo a los sitios donde las Buena Nueva aún no había sido proclamada o aún no había sido proclamada bastante. De este modo nuestras congregaciones fueron pensadas como signos de que “la gente del este y del oeste, del norte y del sur, vendrán y se sentarán en el banquete en el Reino de Dios” (Lc 13:29).

Si hoy día reformulamos nuestra misión con las palabras ”diálogo profético” o “relaciones vivificantes”, simplemente reafirmamos y profundizamos la idea misionera que hemos heredado de nuestro Fundador. Por el trabajo de nuestros misioneros, sobre todo por su compromiso con los buscadores de fe y los pobres y marginados, actualizamos de nuevo las parábolas del Buen Pastor y del Padre Misericordioso. Cuando nos encontramos con la gente de otras culturas y otras religiones anunciamos enfáticamente que el Reino de Dios es para todos.

Escuchando las parábolas de Jesús, leyendo otra vez la historia de la vida de Arnoldo Janssen, y reflexionando sobre nuestra misión contemporánea, comprendemos que el Señor de verdad ha hecho grandes cosas por su sencillo servidor de Goch: ¡Hizo extraordinaria a una persona ordinaria!

Así alegremente seguimos nuestra misión hoy. Incluso aunque nuestros miembros en el Oeste de Europa estén en disminución y disminuyan también los recursos financieros, nuestros jóvenes misioneros de Asia, África, América u otras partes de Europa encontrarán un momento nuevo de gracia al seguir al Señor a lo largo del proceso de la semilla, porque “a no ser que un grano de trigo caiga en tierra y muera, permanecerá siendo un grano solo; pero si muere dará una cosecha abundante” (Jn 12:24). ”Vale la pena de verdad la vida de quien lo da todo”, dijo Arnoldo.

Publicado en “Preciosa es la vida entregada por la misión”.

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Leo Kleden, SVD
Leo Kleden, SVD

P. Leo Kleden es un misionero del Verbo Divino, nacido en Larantuka, Indonesia. Fue profesor de teología en el seminario mayor de Ledalero, consejero general de 2000 a 2006, volvió a Ledalero y fue elegido rector del seminario mayor del Verbo Divino. De 2010 a 2016 asumió el liderazgo como provincial de la provincia SVD/IDE (Indonesia Oriental). Actualmente, sigue como profesor en el seminario.

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