Imitando las virtudes y el celo de san José.

Autor: P. Paulus Budi Kleden y el equipo de liderazgo
Tema: Año de San José
Idioma: Inglés, Español

1. San José tiene un lugar especial en la tradición devocional SVD. Ya en la Regla de 1876, se menciona a San José como el primero de nuestros patronos secundarios y se refiere a él como «padre adoptivo de Jesús y su siervo, protector de la Iglesia y patrón nacional de China.»

En sus memorias, el P. John Peil, que entró en Steyl en 1880, escribió: «La confianza del Padre Janssen en Dios y en San José era grande, algo que se esforzaba celosamente en inculcar en su gente. Ocasionalmente lo imitaban los estudiantes de manera algo exagerada cuando tenían poco éxito en ciertas materias escolares, por ejemplo, matemáticas e historia. Cuando llegaba el momento de los exámenes, se podía ver a los estudiantes preocupados acudir en masa a la imagen de San José, llevando inocentemente bajo el brazo el libro que les causaba tanta angustia, pero nadie se engañaba sobre la razón para ir a San José con el libro.» El P. Peil también recuerda que más tarde se colgó el cuadro de San José en el gran refectorio de los estudiantes para recordarle sus deberes para recordarle sus deberes como sosten de la familia.

En 1870, cinco años antes de la fundación de la SVD, Pío IX proclamó a San José «Patrono de la Iglesia Católica». Probablemente, este evento fortaleció la devoción de Arnoldo Janssen por San José. Varias personas que lo conocieron recuerdan que él tenía una intensa devoción personal a San José y que recurría a él en todas sus necesidades. Arnoldo consideraba a San José especialmente como auxilio de los afligidos y, a menudo, lo recomendaba a sus misioneros como protector. En una carta a un benefactor escribió: «Con especial agradecimiento a nuestro amoroso abogado y proveedor, el santo patriarca José.» Tan grande era la confianza de Janssen en la protección de San José que decidió comenzar la construcción de la casa de San Gabriel el día de su fiesta.

2. Para celebrar los ciento cincuenta años de la proclamación de San José como Patrono de la Iglesia Católica, el Papa Francisco ha escrito una carta apostólica, Patris Corde, «para aumentar nuestro amor por este gran santo, para animarnos a implorar su intercesión y imitar sus virtudes y su celo.» De esta carta apostólica queremos destacar algunos puntos y plantear algunas cuestiones que son relevantes para nuestra vida y misión.

Un padre tierno y cariñoso

El Papa Francisco escribe que «Como hizo el Señor con Israel, así él le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer.»

Una iluminación francesa del siglo XV representa de manera inusual la escena de la Natividad. María descansa en la cama, leyendo un libro. José está sentado en el suelo sosteniendo al niño Jesús en sus brazos, meciéndolo. Puede que nunca sepamos qué mensaje quería transmitir el autor de ese dibujo. Sin embargo, podemos ver al esposo, que no descuida sus responsabilidades familiares y comparte las tareas del hogar. En este padre tierno y amoroso que cuida a su hijo recién nacido, podemos sentir el lado materno de Dios.

Nuestro último Capítulo General dice que cuando estamos unidos a Cristo, su amor nos transforma y nos lleva a comprometernos en el servicio amoroso a los demás en la misión (cf. § 10). ¿Cómo traducimos esta declaración a nuestra vida diaria? ¿Vivimos como personas a quienes Dios ama? ¿Somos instrumentos del amor y la misericordia de Dios en nuestras actividades pastorales?

Un padre que acepta

«José dejó de lado sus ideas para aceptar el curso de los acontecimientos y, por misteriosos que parecieran, abrazarlos, responsabilizarse de ellos y hacerlos parte de su propia historia», escribe el Papa Francisco.

José aceptó a María incondicionalmente y creyó la increíble noticia de que estaba embarazada del poder del Espíritu Santo porque la amaba. En un cuento navideño, el escritor italiano Erri de Luca pone en boca de María las siguientes palabras: «No, mi querido José, no eres culpable, no te escapaste, y ahora estás aquí. El ángel te guió durante la noche, pero después llegó el día, y ya no estaba cuando actuaste contra la costumbre de toda la comunidad de Nazaret, de tu familia, de la ley que me condenaba. Eres el más justo de los hombres de la tierra.»

Nuestro último Capítulo nos invita a seguir el ejemplo de Cristo que se despojó de sí mismo, incluso hasta la muerte en la cruz, y a negarnos a nosotros mismos para llevar a cabo nuestra misión de anunciar la Buena Nueva y dar testimonio de nuestra fe (cf. § 10). Siguiendo el ejemplo de San José, ¿Estamos abiertos a aceptar lo que no entendemos, confiando en la gracia de Dios? ¿Estamos dispuestos a correr riesgos, aunque no controlemos los acontecimientos?

Un padre trabajador

El Papa Francisco escribe que de José, «Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que   el pan que es fruto del propio trabajo.» San José es el santo patrón de los carpinteros y los constructores, y la liturgia lo celebra como San José Obrero. En la SVD, ha sido el patrón y la inspiración para los Hermanos. Han dedicado su vida incansablemente a una amplia gama de trabajos que mejoran la vida de las personas.

Jesús, siguiendo los pasos de San José, fue carpintero durante la mayor parte de su vida adulta. Desafortunadamente, en algunos círculos, los clérigos tienden a evitar o minimizar la importancia y la dignidad del trabajo, principalmente del trabajo manual. Como escribe el Papa Francisco, «la obra de San José nos recuerda que Dios mismo, al hacerse hombre, no desdeñó el trabajo.» ¿Cómo valoramos el trabajo manual? ¿Estamos abiertos a participar voluntariamente en las tareas diarias de nuestras comunidades? ¿Somos conscientes de los problemas a los que se enfrentan los trabajadores en nuestras parroquias y países? ¿Nos solidarizamos con los desempleados y los trabajado- res explotados?

Un padre en la sombra

El Papa Francisco sostiene que un padre se da cuenta de que es más padre y educador «cuando se vuelve “inútil”, cuando ve que su hijo se ha vuelto independiente y puede recorrer los caminos de la vida sin compañía. Cuando se vuelve como José, que siempre supo que su hijo no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado.»

En San José, encontramos un modelo para líderes y formadores. Uno de los objetivos de nuestros programas de formación es ayudar a los formandos a crecer en la dimensión humana, psicológica y espiritual para que se conviertan en misioneros maduros, comprometidos y responsables. Por su parte, el liderazgo, como compromiso de servicio, se expresa también en la implicación de los demás, con sus dones y habilidades, en los procesos de discernimiento y toma de decisiones.

Podríamos preguntarnos cómo ejercemos nuestro liderazgo y nuestro papel de formadores. ¿Controlamos a todos como si fueran niños pequeños, o promovemos formas y procesos para ayudarlos a crecer y convertirse en socios plenos de nuestra misión común?

3. El Papa Francisco desea que este Año de San José nos ayude a cada uno de nosotros a «descubrir en José – el hombre que pasa desapercibido, una presencia cotidiana, discreta y oculta – un intercesor, apoyo y guía en tiempos de angustia. San José nos recuerda que los que aparecen ocultos o en las sombras pueden jugar un papel incomparable en la historia de la salvación. A todos se les debe una palabra de reconocimiento y gratitud.»

Las Escrituras no registran ninguna palabra que haya dicho José́, el carpintero. Pasa por las escrituras envuelto en silencio. Sin embargo, era un hombre con una misión extraordinaria: cuidar del Hijo de Dios.

En esta pandemia, algunas personas parecen invisibles, nadie se da cuenta de ellos ni los reconoce. Pero están haciendo un gran trabajo. Entre otros, podemos mencionar a las enfermeras, los médicos y otros que están la primera línea y que atienden a los enfermos; los que hacen la rutina diaria de limpiar las calles y las casas; los que siguen operando el sistema de transporte público; los que trabajan en supermercados y farmacias, etc.

En esta pandemia, podríamos preguntarnos quiénes son los invisibles en nuestras parroquias y comunidades. E, inspirados por San José, abrir nuestros ojos y corazones para ver, reconocer y valorar el trabajo hermoso, a veces inadvertido, que ellos realizan.

—————-

P. Paulus Budi Kleden, SVD
P. Paulus Budi Kleden, SVD

El Padre Kleden nació en Indonesia en 1965. Entró en la Sociedad del Verbo Divino en 1985. Hizo su primera profesión de votos en 1987 y los votos perpetuos en 1992. Fue ordenado sacerdote en 1993. Estudió teología en San Gabriel, Austria. Fue destinado primero a Suiza, de 1993 a 1996, y después a una casa de formación en Ledalero, Indonesia. Fue miembro del Consejo Provincial en la provincia de ENDE (Indonesia) de 2005 a 2008. En 2012 fue elegido consejero general. Fue elegido superior general en 2018.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ES

Welcome!
Sign up to receive new content in your inbox.
The subscription is a multistep process, so please check your email after you submit the form and follow the instructions.

We promise we’ll never spam! Take a look at our Privacy Policy for more info.

¡Bienvenido!
Suscríbase para recibir nuevos contenidos en su bandeja de entrada.
La suscripción es un proceso de varios pasos, así que revise su correo electrónico después de enviar el formulario y siga las instrucciones.

¡Prometemos que nunca haremos spam! Echa un vistazo a nuestra Política de Privacidad para más información.